Sobre nuestra educación

Opinión| 12 Dic 2010 - 10:00 pm

Alberto Carrasquilla

A propósito de las pruebas internacionales PISA

Equidad y mala calidad

Por: Alberto Carrasquilla
Aunque se deduce que en Colombia no hay grandes diferencias en la educación de acuerdo con el estrato socioeconómico o el género, los resultados en sí mismos son bastante pobres.

Ya salieron los resultados de la prueba internacional PISA, que muchachos y muchachas de 15 años tomaron en 2009 en 65 países del mundo, entre ellos cerca de 7.900 colombianos y colombianas. Aunque —como siempre— se hicieron pruebas en ciencias y matemáticas, el mayor énfasis en esta ocasión fue en lectura. Punto interesante: somos un país muy equitativo en cuanto a resultados educativos en las tres áreas.

Para alegría del pequeño progresista que todos llevamos dentro, en efecto, resulta que, en resultados educativos, los colombianos privilegiados en términos socioeconómicos se parecen mucho a los colombianos que no lo son. Al menos, se parecen más que los alemanes. Tres indicadores. Primero, el 6% de los colombianos que sufren condiciones socioeconómicas adversas y vulnerables logra sobresalir en el examen, respecto de lo que cabría esperar dada esa situación inicial.

Esta cifra es idéntica a la observada en Alemania y sólo ligeramente inferior a la de la OCDE en su conjunto (8%). Dos, la varianza de los resultados que es atribuible al origen socioeconómico de los estudiantes es 17% en Colombia, cifra inferior a la alemana (18%) y sólo ligeramente superior a la observada en el conjunto de la OCDE (14%). Tercero, cuanto más privilegiado sea un estudiante colombiano, sus resultados suben menos de lo que es el caso en Alemania; una unidad adicional de estatus socioeconómico eleva el resultado en 28 puntos en Colombia, versus 44 en Alemania y 38 en el conjunto de la OCDE.

De otra parte, al menos dos indicadores de los recursos disponibles para enseñar refuerzan la idea de que somos muy equitativos. Primero, en la OCDE en su conjunto los establecimientos privilegiados tienen maestros con más preparación que los demás, pero en Colombia no hay diferencia. En efecto, la correlación entre estatus socioeconómico de la escuela o colegio donde estudian los muchachos y el porcentaje de sus maestros que tienen título universitario es positiva (0,15) y significativamente distinta de cero en la OCDE, mientras que en Colombia es negativa, y estadísticamente igual a cero. Segundo, en Colombia el número de estudiantes por maestro no cambia de manera significativa según varía el estatus socioeconómico del establecimiento. La correlación entre una y otra variable, de hecho, es negativa (-0,14), es decir, progresista, aunque estadísticamente igual a cero.

Como si todas estas maravillas no fueran suficientes, Colombia es el campeón mundial en igualdad de género. La diferencia entre los resultados obtenidos por los muchachos y el obtenido por las muchachas en la prueba de lectura, que interesantemente es negativa en todos los 65 países representados, es más bajo en Colombia que en los otros 64, y lo es en todas las subescalas analizadas.

Un pequeño lunar sí tienen nuestros resultados: los resultados mismos. Según se desprende de las cifras, nuestro equitativo sistema educativo está gravemente enfermo y urgido de una cirugía radical. Estamos en el fondo de la tabla en las tres áreas evaluadas, casi la mitad de nuestros quinceañeros no fueron capaces de superar el umbral de competencia básico definido por la OCDE (nivel 2), y no hay estudiantes colombianos entre las estrellas internacionales que logran el nivel 6 en ninguna de las tres áreas.

Por último, el problema no es que estemos haciendo pocos esfuerzos en materia de plata. Según cualquiera puede ver en la estupenda base de datos interactiva, que crearon para difundir la prueba, los colombianos nos gastamos 2,23 veces nuestro ingreso per cápita en educar cada niño, entre los 6 y los 15 años, cifra superior a la de la OCDE en su conjunto (2,15), mientras que un maestro colombiano, con 15 años de experiencia, recibe un salario de 1,4 veces el PIB per cápita, cifra superior al 1,2 observado en promedio, en la OCDE.

ac.espectador@gmail.com

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