¿Cómo lidiar con una ruina? Casos como la reciente recuperación del Neues Museum de Berlín por David Chipperfield, tras diez años de trabajos, o como el durante años polémico Teatro Romano de Sagunto de Giorgio Grassi y Manuel Portaceli, contestan esa pregunta planteando nuevos interrogantes. ¿Qué permite hablar mejor al pasado una forma o un material? ¿Su ruina o su reconstrucción?
En Sicilia, en el teatro griego de Siracusa, Jordi Garcés también hace preguntas. Aunque sólo temporalmente.
El arquitecto catalán ha pavimentado de madera de pino, sin más tratamiento que el ignífugo, el escenario y ha hecho brotar de él prismas de lamas de ese material para levantar una escenografía rotunda y callada en la que se representan el Ayax de Sófocles y la Fedra de Eurípides. Como sucede con las ruinas que forman hoy el teatro, Garcés permitió -de hecho fomentó- que el lugar -las piedras y hasta la vegetación- se apropiara también de su intervención, abstracta y limpia.
El arquitecto catalán, que ha trabajado con las proyectistas italianas Daria de Seta y Emanuela Reale, cree en la condición sagrada, y por tanto intocable, de las ruinas. Describe incluso su intervención como un “elogio de la ruina”, por eso él se ha acercado a las antiguas gradas desde un material noble -“puro, inmutable”, señala- como la madera para dejar su huella moderna, rectilínea y silenciosa que, lejos de molestar, suma a las piedras griegas una capa imprecisa, pero no neutra, y atemporal.
Paradójicamente, la imagen desgastada del antiguo teatro y la rotundidad de una intervención abstracta parecen hablar un mismo idioma en Siracusa. La capa histórica dialoga con el manto moderno en una escenografía que, lejos de romperlo unifica el lugar. Experto en ruinas, Garcés cuenta en su historial con el laberíntico zurcido perpetrado, durante más de veinte años, entre los diversos inmuebles góticos, neoclásicos y modernistas de la calle Montcada de Barcelona que hoy componen el Museo Picasso de esa ciudad. Con mano fina y decisiones firmes, el trabajo de este arquitecto de 65 años, que podrá verse hasta el 20 de junio en Siracusa, resume una idea moderna, de intervención sintética y abstracta en lugar de mimética, y demuestra que la escenografía puede, incluso desde el silencio, impactar.
IMÁGENES DE LA REPRESENTACIÓN DE AYAX
