Una época de tiempos vacíos

El sociólogo y escritor francés Gilles Lipovetsky participará en un seminario sobre él y sobre su pensamiento en la Feria. La entrada es libre.


Para el sociólogo francés Gilles Lipovetsky, hoy, a pesar de poder comprarlo todo, la gente se siente más ansiosa y frustrada que nunca. Sobre esto hablará el 16 y 17 de agosto en la Feria del Libro.

El vacío. El miedo y la ansiedad. Todos estos sentimientos del presente aparecen, paradójicamente, en un momento en el que se puede acceder a todo, adquirirlo todo. O casi todo. Nunca antes en la historia la satisfacción había sido tan inmediata, a un clic de distancia, a un tarjetazo y por unas cuantas cuotas. Y sin embargo, en los incontenibles tiempos de la sociedad de consumo, deseo y decepción van de la mano. Esta tesis del sociólogo y filósofo francés Gilles Lipovetsky (1944), invitado de honor de la 23 Feria del Libro de Bogotá y de cuya obra se hará un seminario el 16 y 17 de agosto, es una cruda radiografía del presente.

"El deseo trae consigo la decepción -responde vía telefónica desde París- porque no puedes controlar al otro. Puedes amar a otro, pero no puedes pedirle que te ame. No puedes dominar su deseo. Puedes esperar que tus hijos te amen, pero ¿y si no lo hacen? ¿qué puedes hacer? No tienes el poder para hacerlo, los otros se te escapan. Por eso, forzosamente estamos condenados".

 

Hoy, aunque más padres se sienten amigos de sus hijos, les conceden sus mayores anhelos materiales, los premian por todo y por nada, eso no les garantiza su cariño. Para Lipovetsky esto representa un fenómeno contradictorio: en un tiempo de menos autoritarismo y mejor comunicación, hay más suicidios juveniles que nunca. "Es paradójico que la sociedad de la comprensión de los jóvenes tenga como resultado tanto malestar".

 

"¿(...) Quién cree aún en la familia cuando los índices de divorcios no paran de aumentar, cuando los viejos son expulsados a los asilos, cuando los padres quieren permanecer 'jóvenes' y reclaman la ayuda de los 'psis', cuando las parejas se vuelven 'libres', cuando el aborto, la contracepción, la esterilización son legalizados? ¿quién cree aún en el ejército cuando por todos los medios se intenta ser declarado inútil, cuando escapar del servicio militar ya no es un deshonor? ¿Quién cree aún en las virtudes del esfuerzo, del ahorro, de la conciencia profesional, de la autoridad, de las sanciones? Después de la Iglesia, que ni tan sólo consigue reclutar a sus oficiantes, es el sindicalismo quien pierde igualmente su influencia. Por todas partes se propaga la ola de deserción, despojando a las instituciones de su grandeza anterior, y simultáneamente, de su poder de movilización emocional. Y, sin embargo, el sistema funciona, las instituciones se reproducen y se desarrollan, pero por inercia...", escribió en el libro La era del vacío, hace ya casi tres décadas y hoy vemos su acierto.

 

Decía él, entonces, que esta sociedad, caracterizada por Narciso, aquel enamorado de sí mismo, no se correspondía con una decisión tan radical y trágica como el suicidio, que simplemente no iban juntos deseo de exposición y corte abrupto de ésta, que el vacío de sentido o el hundimiento de los ideales de esos tempranos años ochenta, abandonados por privilegiar un culto a la personalidad y al cuerpo, no habían llevado a más angustia, más absurdo o más pesimismo.

Hoy confiesa que desatinó en ese diagnóstico, pues los signos de este inicio de siglo XXI son la ansiedad y la soledad, como exceso del individualismo. Tanta libertad, para consumir, creer y hacer, no pudo ser asumida con tanta ligereza como lo creyó en su momento.

 

No obstante, como el capitalismo no desaprovecha ninguna grieta, notó la carencia y la suplió. Basta recordar ese comercial de televisión que, luego de enumerar cuanto producto puede adquirirse en el mercado, enuncia: 'Hay ciertas cosas que el dinero no puede comprar. Para todo lo demás existe'... una tarjeta de crédito. Audazmente, pone el dedo en la llaga. ¿Qué pasa si el comprador no suple eso que la tarjeta no le da?

 

Y allí el pensamiento del sociólogo contraataca. Para eso están las psicoterapias, el psicoanálisis, la homeopatía, la acupuntura, el yoga, la meditación trascendental... "El mundo del individualismo contemporáneo es inseparable del ascenso de una cultura 'psi', un mundo tan diversificado, que parece un supermercado de psicoterapias y esto traduce algo muy profundo: el hecho de que el consumo no es suficiente. No basta tener un carro, viajar, navegar en Internet, comprar. Hay algo que el consumo no le da: la posibilidad de ser oído y de expresarse".

 

Esto responde a la incertidumbre reinante, al miedo al mañana. Lipovetsky nota una diferencia entre los jóvenes de hoy frente a los de su propia generación de los sesenta. Los siente más ansiosos, más preocupados y que, más allá de las apariencias que los unifica en las marcas, la moda o la música, carecen de utopías, de sueños.

 

Justamente, el poeta bogotano Santiago Espinosa (1985) decía algo muy similar en una entrevista reciente: "En el fondo, a mi generación le tocó envejecer muy rápido, porque no tuvo grandes aventuras: ni la Revolución ni mayo del 68 ni la séptima papeleta. Nosotros sentimos que es una época de derrota".

 

La presión es infinita. Competencia sin freno. Fines que justifican los medios así sea pasar por encima del otro. Éxito. Indiferencia. Fobia al compromiso. Relaciones libres. "La liberación sexual, el feminismo, la pornografía apuntan a un mismo fin: levantar barreras contra las emociones y dejar de lado las intensidades afectivas. Fin de la cultura sentimental, fin del happy end, fin del melodrama y nacimiento de una cultura cool en la que cada cual vive en un búnker de indiferencia, a salvo de sus pasiones y de las de los otros" (La era del vacío).

 

Pero nadie está a salvo. Cada quien busca apaciguar su alma, ya sea en el diván, contribuyendo en una causa solidaria o ecológica o buscando una fe que encaje a la medida de sus necesidades. "La gente necesita otras cosas que le permitan frenar la ansiedad de una sociedad sin comunidad -explica Lipovetsky-. El individualismo no es sinónimo de egoísmo. Es una de sus características, pero no es su única dimensión. También puede ser responsable". Así, muchos se refugian en las nuevas religiones, pero ya no siguiendo la tradición familiar del credo generacional, sino con el que se sientan más a gusto, por ejemplo, las espiritualidades orientales.

 

"Antes, estaba el poder de la Iglesia sobre el creyente, mientras hoy éstos dicen que son católicos pero que no están de acuerdo con el Papa. Hoy, las creencias son más fluidas, mucho más móviles, la propia religión es mucho más libre. Ejemplo de ello es el éxito de las formas de religiosidad oriental, el budismo, que hace que la gente mezcle todas sus formas en una especie de coctel. Y también están las conversiones, fenómenos muy importantes en la actualidad: la gente cambia de religión como cambia de marido", concluye desde París.

 

Ante la falta de referencias, todas estas creencias diversas - y para muchos volátiles- le dan, a quien las necesite y busque, un nuevo sentido a sus vidas, que funciona frente a la necesidad de respuestas inmediatas. Asimismo, el impulso ecologista, además de pretender legarles a las generaciones futuras un planeta respirable, también busca satisfacer el bienestar inmediato de tener una mejor salud. Todo hoy.

 

La seguridad en un mañana es tan precaria, que ya nadie sueña con construir un futuro a largo plazo, con mover montañas para lograr cambios o con permanecer en la memoria. Los realities son prueba de ello. El estrellato es tan efímero que la sentencia de Andy Warhol se cumple a cabalidad: serán 15 minutos de fama. Con eso sobra y basta para la sociedad actual. Con todo lo que esto significa.

 

DOMINIQUE RODRÍGUEZ DALVARD
Redacción EL TIEMPO

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Respuestas a esta discusión

Estamos en una sociedad de consumo, y los comerciantes y empresarios tratan cada día mas de buscar "cosas que la gente desee, que necesiten", pero lo cierto del caso es que satisfacer esos deseos no garantiza felicidad a nadie, por el contrario, puede hacernos sentir una gran sensación de vacío el hecho de no poder adquirir lo que deseamos.
En este tiempo de modernidad y avances tecnológicos, todo surge tan rápido que cuando deseamos algo y finalmente lo conseguimos, ha surgido un dispositivo que nos deja el nuestro pasado de moda, lo cual se vuelve un circulo vicioso que favorece el consumismo.
Y en cuanto a lo social, buscamos encajar en cualquier grupo de personas, a menudo sin tener en cuenta nuestros sentimientos o creencias, con tal de agradarle a alguien o hacernos ver diferente ante los demás.
Por lo tanto hay que pensar mas en las cosas que verdaderamente podemos hacer para mejorar nuestro mundo sean grandes o pequeñas.
"Cuanto mas se tiene, menos se valora y se disfruta"
"Se logra ser feliz cuando dejamos a un lado los apegos materiales y se comienza a disfrutar la vida valorando las cosas mas simples y cotidianas"
Pero así es y seguirá siendo el mundo. ¿Que tal que no cambiara?, ¿Que tal que estuviera sujeto a un solo patrón de comportamiento?, ¿Que tal sería para los psicologos, que no existieran psicópatas, lunáticos y toda clase de retorcidos mentales?. Esa es la escencia del humano. Nunca se canza el ojo de ver, ni el oído de oír. Todo eso es evolución. En un futuro lejano, se comerán los unos a los otros y eso que hoy es deplorable, en el futuro no lo será. En el futuro se verá al ser humano como una máquina y no como lo que es. Los médicos no solo sabrán medicina, también sabrán electrónica, mecánica, etc. El mundo cambia.

"La historia de la humanidad: flujo turbulento y oscuro de insensatez, con unos destellos aquí, y allá de genio"
Isaac Asimov ( Cronología del mundo ).
Totalmente de acuerdo entre mas tenemos mas queremos; vacios y huecos asi estan mas del 80% de la población, por no decir que todos. Con esas ganas y ansiedad por tener todo lo que sale en el mercado, maldito consumismo de mierda; Nos esta llevando al fracaso, a ser personas cada ves mas materialistas. La era del vacio es esta que estamos viviendo; NO SOMOS NI DEBEMOS SER OBJETOS COMERCIALES.

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