Las historias sobre oscuridad, túneles y luces brillantes que cuentan aquellos que pasaron por experiencias cercanas a la muerte en realidad tienen una base en la estructura y funcionamiento de los ojos, el cerebro y otros órganos sensoriales que funcionan durante esas experiencias.

La oscuridad, túneles y luz son asombrosos fenómenos de los que a veces informan los moribundos, así como aquellos que se recuperan de experiencias cercanas a la muerte (ECMs). Se ha informado de estas experiencias desde la antigüedad. Junto a muchas otras, supe por primera vez de estas experiencias a través de una película en 1990 llamada Flatliners (Línea Mortal). La película mostraba un aparato médico sorprendente e improbable en una igualmente improbable dramática situación. Incluso así, me estimuló a leer más, y quedé fascinado por la posible fisiología de todos los aspectos de las ECMs.

Soy médico especializado en anestesiología, y he trabajado como consultor anestesiólogo en Holanda desde 1980. Un anestesiólogo no es alguien que simplemente deja fuera de combate a los pacientes, se sienta, abre el periódico, y espera a la intervención para que acabe su trabajo; en lugar de esto, él o ella mantiene a los pacientes vivos e insensibles al dolor durante las operaciones, y se asegura de que los pacientes sobreviven a las operaciones en la mejor condición posible. Este trabajo requiere de mí el ver todos los fenómenos corporales y mentales desde una perspectiva fisiológica muy básica. Por tanto, en mi práctica, me pregunto, “¿Cómo puede el funcionamiento del cuerpo generar este fenómeno? ¿Cuál es el mecanismo ¿Cómo funciona?” Mi aproximación al estudio del fenómeno de las ECM es muy similar, y por eso este artículo trata sobre cómo la forma en las que funciona el cuerpo puede generar experiencias de oscuridad, túneles y luz.

Las experiencias de oscuridad, túneles y luz son parte del llamado “núcleo-ECM” descrito por Kenneth Ring, un eminente investigador de ECMde los años 70 y 80. Describió el núcleo-ECM como tener los siguientes componentes (Roberts y Owen 1988): tener sensaciones maravillosas; abandonar el cuerpo; entrar en un túnel en oscuridad; percibir una luz brillante; y entrar a la luz.

Experiencias maravillosas, fantásticas . . . pero ¿cuál es el mecanismo ¿Cómo puede explicarse? Mucha gente ofrece explicaciones que varían desde lo absurdo a aquellas que merecen una consideración seria. Entre ellas:

  • Experiencias reales de un dominio espiritual o inmaterial. Lo inmaterial es invisible, no se oye y es imposible de sentirse o medirse empíricamente; es indemostrable.
  • Un sueño que surge de una inconsciencia colectiva. El gran psicoanalista Carl Jung propuso esta idea. Efectivamente, la inculcación de identidades culturales y mitos ciertamente tiene lugar durante la educación de cada persona. Pero la invocación de estos aspectos del inconsciente de cada persona para explicar las experiencias de túneles, oscuridad y luz es usar una explicación que es tan indemostrable como cualquier explicación espiritual o inmaterial.
  • Recuperación de la experiencia del nacimiento; una explicación propuesta por Carl Sagan en sus últimos años. Después de todo, los ojos de los bebés están cerrados durante el nacimiento, sus cerebros y visión aún no están desarrollados, y no hay ninguna forma de saber lo que experimenta un bebé. Además, ¿por qué debería la gente pasar una experiencia repetida de nacimiento cuando mueren?
  • Los efectos de las drogas y medicinas. La mayor parte de las personas que pasan por estas experiencias no están bajo los efectos de drogas o medicinas.
  • Intoxicación por dióxido de carbono o falta de oxígeno. Mucha gente que pasa por estas experiencias no sufre una sobrecarga de dióxido de carbono o carencia de oxígeno.
  • Una inundación de endorfinas (sustancias similares a la morfina en el cerebro), liberadas por el cerebro moribundo. Esta es una idea convincente, pero una explicación inadecuada, y en el mejor caso, muy difícil de demostrar.
  • La teoría del ruido neuronal de Susan Blackmore. En 1989, Tom Troscianko y Susan Blackmore razonaron que había más células nerviosas en el córtex visual representando las partes centrales de la retina que las que representan sus partes periféricas. Una simulación por ordenador del incremento del ruido neuronal en el córtex visual inducido por drogas o una enfermedad reveló una mancha de luz blanca que incrementaba su tamaño, lo cual, cuando se mostró en una pantalla, dio a las espectadores la sensación de moverse a lo largo de un túnel hacia una luz y estar finalmente envueltos por la luz (Blackmore 1991). Una idea elegante, pero no trata algunos hechos básicos, tales como el consumo de oxígeno relativo de la retina y el cerebro, así como el hecho de que la gente puede “ver la luz” a la vez que ve cosas alrededor de ellos. Estos hechos vuelven a la teoría del ruido neuronal una explicación inadecuada de las experiencias de túnel y luz, excepto quizás para situaciones donde hay actividad nerviosa epiléptica en el córtex visual.

¿Qué otra explicación hay para estas experiencias? Después de todo, son experiencias reales. La gente que ha pasado por ellas no está loca ni son histéricos, y realmente han pasado por experiencias de oscuridad, túnel y luz. ¿Pero cómo? Comencé mi estudio con las experiencias de luz, destilando sus propiedades de las historias que escuché y de muchos informes que leí. Estas propiedades son: la gente ve una luz brillante; la luz no hace daño a los ojos; esta luz no se ve sólo durante las ECMs por gente aparentemente inconsciente, sino que también se informa en moribundos conscientes; y nadie más puede ver esta luz brillante.

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