EL INTERNET DE LAS COSAS (IOT – Internet of Things)

Traducido por Ramiro A. Lopera S.

Artículo original de Johnson, L., Adams Becker, S., Estrada, V., and Freeman, A. (2014). NMC Horizon Report: 2014 K-12 Edition. Austin, Texas: The New Media Consortium.

 

Esta es una red de objetos conectados que enlaza el mundo físico con el mundo de la información, a través de la web.  El advenimiento de TCP/IPv6, lanzada en 2006, expandió las capacidades del Internet, y ha permitido a objetos, sensores y dispositivos ser direccionables y de este modo localizables a través de Internet.  Este espacio de direcciones aumentada es particularmente útil para el seguimiento de objetos que supervisan equipo sensible o material, compras en puntos de venta, seguimiento de pasaportes, gestión de inventario, identificación y aplicaciones similares.

Microcircuitos integrados, sensores, o diminutos procesadores conectados a un objeto permiten que la información útil sobre el objeto, tales como el costo, la edad, la temperatura, el color, la presión o la humedad sea transmitida por Internet.  Esta simple conexión permite una administración remota, monitorear el estado, seguimiento y alertar, si los objetos a los que están adheridos corren peligro de daño o deterioro.  Muchas herramientas web permiten agregar notas a los objetos con descripciones, fotografías o conexiones a otros objetos, además de otra información contextual.  El Internet de las cosas hace que el acceso a estos datos tan fácil como lo es el uso de la web.

Internet de las cosas, concepto acuñado por el co-creador de las direcciones IP, Vint Cerf, es el próximo paso en la evolución de los objetos inteligentes - elementos interconectados en el que la línea entre el objeto físico y digital de información al respecto es difusa.  La llegada del IPv6, ha expandido el espacio para asignar direcciones de manera significativa, ofreciendo así una vía para cualquier objeto, de manera similar a como lo hacen las cámaras conectadas a Internet o las impresoras compartidas, que utilizan Internet para trasmitir y recibir información y datos provenientes de un objeto o pieza de un equipo.  Del lado del consumidor, ya contamos con teléfonos celulares (smartphones) habilitados para Internet, termostatos, marcos para imágenes y equipo de oficina.  Algunos expertos predicen que la nueva ola será la de medidores eléctricos conectados a Internet que usan la Malla Inteligente (Smart Grid) para que su casa sepa cuándo subir en un grado la temperatura ambiente para ayudar a compensar los picos de consumo.  Es más, el pionero del Internet, Vint Cerf, ve el Smart Grid como un acelerador del Internet de las cosas.

Aunque existen muchos ejemplos de cómo puede lucir el Internet de las cosas a medida que se desarrolla, actualmente es más un concepto que una realidad, aunque esto está cambiando rápidamente.  Simultáneamente, las tecnologías subyacentes que lo harán posible, tales como sensores inteligentes que puedan conectarse a los objetos de uso diario para hacer seguimiento de su entorno o conocer su estatus, están muy bien entendidas, fácilmente producidas en masa y a bajo costo.  Estos sensores están diseñados para detectar los elementos y condiciones que nos rodean, incluyendo sonido, movimiento, presión, temperatura, luminosidad y más.  En muchas situaciones corrientes, se comunican con aplicaciones para dispositivos móviles (App), alertando a las personas, por ejemplo, si salieron de la casa sin cerrar la puerta mediante “Goji Smart Lock” o si una tormenta causa inundaciones mientras estaba ausente.

Ya no está muy lejano el día en el que podamos vivir en un mundo en el que todos los objetos y dispositivos están conectados y actúan de manera coordinada, sin importar marca o proveedor.  Por ejemplo, la localización de los teléfonos inteligentes, sabe cuándo el usuario a ingresado a un supermercado y podría, automáticamente, comunicarse con los sensores ubicados dentro de su refrigerador para indicar que alimentos tienen vencida su fecha de expiración y deben reemplazarse.  Cuando esa persona, regresa, simplemente con abrir la puerta de su casa, indicará al “Nest Learning Thermostat” (termostato que aprende) que ajuste la temperatura a la preferida y preestablecida por el usuario.  En este escenario, los objetos que posee la persona son totalmente adaptables a sus necesidades, simplificando la vida.  “Nest” por ejemplo, ha comprobado un ahorro del 20% en facturas de energía, pues permite aumentar o bajar remotamente la temperatura e incluso apagar el sistema.

Pertinencia para la enseñanza, el aprendizaje y la indagación creativa

Mientras que los electrodomésticos con acceso a Internet ganan terreno en la industria de consumo, es difíciles hallar implementaciones concretas y bien documentadas para el campo educativo, en especial para la educación, aunque es fácil imaginar aplicaciones potenciales para ese campo.  El Internet de las cosas se ha aprovechado en entornos de aprendizaje informal como museos, en donde el personal que en ellos labora, hace seguimiento a las condiciones de pinturas y artefactos antiguos, en tiempo real, usando sensores.  Estos dispositivos pueden alertar a los humanos sobre problemas a largo plazo asociados con cambios en las condiciones o mejor aún, activar otros sistemas que inicien un cambio que pueda mejorar o revertir las condiciones medioambientales que son perjudiciales para el cuidado y conservación de colecciones y piezas individuales.  En el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, USA, una alianza con la IBM ha permitido instalar sensores interconectados que permiten hacer seguimiento a factores como temperatura y humedad al tiempo que responde a las condiciones climáticas de las obras de arte.

Aplicaciones emergentes de este tipo de tecnologías están empujando las fronteras y la complejidad de la información que es asequible al público.  Arqueólogos de la Universidad de Bristol, están embebiendo objetos históricos provenientes del tráfico de esclavos, para el proyecto “Reflector” que busca compartir historias mediante piezas históricas auténticas, que de otra manera no estarían disponibles para el público en general.  Cada objeto tiene una historia y ofrece una oportunidad para aprender sobre su historia y su cultura y, el Internet de las cosas lo está haciendo más fácil, y automatizando los procesos, para esta comunicación.

En las Instituciones Educativas el potencial del Internet de las cosas todavía se está explorando a través de esfuerzos en áreas de investigación.  El consorcio “DISTANCE”, por ejemplo, lanzó un proyecto en el que ocho Instituciones Educativas del Reino Unido, están ayudando a definir de qué manera estas tecnología pueden enriquecer el aprendizaje en ciencias, Tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y geografía, mediante la creación de un centro de información en la nube, usando los servicios de “Xively Cloud”, una plataforma en la nube, abierta, masiva y escalable, construida para el Internet de las cosas.  El objetivo último del consorcio para este programa consiste en desarrollar recursos para el Internet de las cosas que apoyen a la enseñanza y el aprendizaje.  Capacidades que son comunes actualmente en el sector de consumo, facilitan imaginar una experiencia escolar donde los estudiantes son reconocidos tan pronto ingresen a la institución y todo, desde equipos de laboratorio para ciencias hasta los armarios, se calibren automáticamente para adaptarse a sus especificaciones y necesidades.

Nota: Este artículo está basado en el informe Horizonte 2014, que establece un Tiempo de adopción de cuatro o cinco años.  

Traducción por Ramiro A. Lopera S. (Coordinador Unidad de Educación Virtual).

Imagen: Unidad de Educación Virtual I.U.Pascual Bravo.

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