Medicina que reconstruye
uno de los nervios, venas y arterias, en una cirugía que duró 24 horas. ""> |
Óscar fue la primera persona en someterse a un trasplante total de rostro. Para lograrlo, un grupo de 30 especialistas tuvo que unir cada uno de los nervios, venas y arterias, en una cirugía que duró
24 horas.
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Ya son 12 las personas en el mundo con trasplante de cara. Los especialistas creen que
en un futuro no habrá necesidad de donantes para este tipo de
intervenciones.
La semana pasada fue dada de alta la primera persona con un trasplante total de cara. Rodeado de un equipo de médicos, Óscar, un español de 31 años, agradeció por lo que él
mismo definió como el comienzo de una nueva vida. Cinco años atrás se
le disparó una arma en la cara y quedó completamente desfigurado. No
podía respirar con facilidad ni hablar o tragar alimentos. El pasado 20
de marzo, Óscar se sometió a una cirugía que duró 24 horas, realizada
por 30 especialistas. Hoy, después de cuatro meses de recuperación, ya
puede pronunciar palabras y consumir líquidos y alimentos triturados.
Los médicos creen que en 18 meses ya habrá recuperado el 90 por ciento
de las funciones.
Desde 2005, cuando se le realizó el primer trasplante parcial de cara a Isabelle
Dinoire, una francesa de 38 años que fue mordida por su perro, ya son 12
las personas en el mundo con este tipo de intervención. Gracias a una
técnica conocida como microcirugía, que consiste en unir con la ayuda de
un microscopio cada uno de los miles de tejidos, arterias, venas y
nervios, cada vez son más las personas que han podido volver a darle la
cara al mundo. A pesar de que existe hace más de 50 años, la cirugía de
reconstrucción facial no es nada fácil. El donante debe tener unas
características similares al paciente, como forma, tamaño y distancia
entre los ojos y la nariz. Por otro lado, los cirujanos deben juntar
cada una de las venas y arterias de los músculos, tejidos y estructura
ósea. En el caso de Óscar la operación implicó trasplante de toda la
piel y los músculos de la cara, así como la nariz, los labios, los
párpados, los dientes, el paladar, los pómulos y la mandíbula.
Sin
embargo, la técnica se está perfeccionando. En Estados Unidos,
investigadores de Ohio State University están trabajando para facilitar
la reconstrucción facial con la ayuda de un software que presenta
imágenes en 3D. La idea es que por medio de una imagen de resonancia de
la zona afectada, el programa genere diseños para así conocer las
dimensiones exactas del hueso necesario para restaurar la cara. Así, se
tiene una guía virtual que facilita a los cirujanos el proceso de
implante. Los especialistas también están trabajando para evitar el uso
de metales en las prótesis. Un método consiste en construir una especie
de molde en el cual el hueso puede crecer a través de injertos y
regenerarse por sí solo.
Jorge Cantini, miembro de la Sociedad
Colombiana de Cirugía Plástica y Reconstrucción, señala que otro de los
retos con este tipo de cirugías es el rechazo de los tejidos. Para
evitarlo, los pacientes deben tomar inmunosupresores de por vida, una
droga que inactiva las células que causan el rechazo, pero que a la vez
defienden al organismo de cualquier infección. Raúl Sastre, profesor de
Cirugía Plástica de la Universidad Nacional, explica que gracias al
estudio de la genética es posible lograr una mayor afinidad entre
donante y receptor lo que podría disminuir la necesidad de estos
medicamentos. Cantini agrega que en el futuro será posible cultivar
órganos a la medida del paciente con sus propias células, con técnicas
de bioingeniería, para luego trasplantarlos.
El paciente,
además, puede enfrentar una crisis de identidad ya que su rostro no
vuelve a ser el mismo. "Cada persona tiene unas formas propias de
expresarse, que no se recuperan del todo. La unión de los nervios no
produce los mismos movimientos que el individuo tenía, ni tampoco los
del donante, sino que tiene que reaprenderlos", explica Cantini. Sin
embargo, como dice Sastre, el problema de identidad ya lo enfrentó el
paciente cuando sufrió la primera desfiguración. Y por eso muchos
consideran que ese es el precio por volver a tener una vida normal, lo
que, en el caso de Óscar, significa caminar por la calle sin que la
gente lo vea como un bicho raro.