VIDA

Medellín: La arquitectura de la señora Rosalba

Por: Anatxu Zabalbeascoa

 Señora

 

1. Hay mucha gente en Medellín que, sin saber leer, sabe explicar cómo la arquitectura ha cambiado su vida. 250.000 personas viven en el cerro Santo Domingo, una de las barriadas de autoconstrucción hasta hace poco más violentas de la ciudad. La media de asesinatos variaba entre 30 y 40 muertos al día. En las calles se respiraba la venganza, el desánimo y el olor nauseabundo de la convivencia densa sin cloacas. 
Vamos hacia allá montados en un autocar. Nos ponen un vídeo para explicarnos en qué consiste el trabajo de la “Edú”, como ellos llaman(Empresa de desarrollo urbano) responsable de la construcción de bibliotecas, escuelas y centros deportivos, pero, sobre todo, de la renovación de barrios como el que vamos a visitar. En la pantalla hablan empleados, arquitectos y usuarios. Muchos de los que viajamos en el autocar levantamos escépticos las cejas. Desconfiamos. Bajo nuestra mirada, tanta loa se lee como propaganda.  
  Un chaval sonriente de cara redonda con una identificación que indica su nombre, John Octavio Ortiz, se presenta como el director del programa de diseño. Más escepticismo. ¿Cómo podría alguien tan joven lidiar con semejante trabajo?
Subimos en el metro-cable, un funicular que arranca del río Medellín y comunica ese barrio de autoconstrucción con muchas calles por las que no cabe un coche y, durante años, pegado pero aislado del resto de la ciudad. 
“Al principio estaban en contra de que les colgáramos el metro-cable”. Fue preciso trasladar a la gente cuyo ranchito ocupaba lo que son los cimientos del sistema de transporte (los pilares para las estaciones o el soporte). Pero el cambio en esa cuesta principal ha sido radical: han pasado de 40 a 400 comercios. Las zonas junto a la estructura que soporta el sistema de transporte se han convertido en espacios públicos. En un barrio donde nadie sabía lo que era una plaza, ahora las hay. También bancos, árboles y zonas verdes. Hay incluso pistas de baloncesto. Los muchachos del barrio han desarrollado una habilidad especial para coger las pelotas al vuelo y no tener que correr cuesta abajo.
La idea fue del anterior alcalde: “¿Dónde se concentra la mayor cantidad de mano de obra de la construcción en Medellín?  Ellos mismos se habían autoconstruido sus ranchitos pero con sensación de inestabilidad”. Con el tiempo, y la confianza, el plástico y la chapa metálica se sustituyeron por el ladrillo y el cristal. “No fue fácil. Al principio éramos cuatro arquitectos y cuarenta abogados”, continua John Octavio.
¿Cómo se ganaron la confianza de la gente? Con la ley en la mano. Primero legalizaron las chabolas: las pusieron a su nombre. Luego negociaron. Cuando hubo elecciones y cambio de partido, el siguiente alcalde no alteró un milímetro la política de urbanismo para la equidad que había emprendido el barrio. La gente empezó a esperanzarse. Fue entonces cuando comenzaron los “talleres imaginarios”. Cada uno dibujaba lo que había sido su barrio, su idea de casa y su idea de una casa mejor. 
John Octavio, que tiene 28 años aunque aparente 18, cuenta que la intervención violenta con piqueta no genera apego. Allí se entró haciendo acupuntura. Estableciendo prioridades: red sanitaria y evitar inundaciones. Se rehizo la norma para variar los anchos de las calles, de las aceras, las vías de salida durante las emergencias. Sólo con flexibilidad se logró trabajar. Y allí los vecinos se volcaron. Fueron ellos los que levantaron viviendas y aceras. “¿Qué les parece?”, pregunta una vecina. “Lo que nos costó ese muro [de contención], lo ve cómo sigue perdiendo un poco de agua”. No hay ni una pintada en el barrio. Ni un papel por el suelo. Ellos mismos limpian las calles. Organizan turnos. Los niños juegan en la calle. 
2. Que nadie se confunda. El cerro de Santo Domingo no es el paraíso. La gente vive en casas o pisos de 22 metros cuadrados. Muchas ventanas no tienen cristales, pero las paredes son de ladrillo y los techos no tienen goteras. Tienen baño y agua corriente. Hace ocho años no lo tenía. Por las ventanas de algunos pisos se ven televisiones de plasma. 
Con el metro-cable construido, lo siguiente fue terminar con las inundaciones. La gente que habitaba en la quebrada fue realojada en bloques de pisos de 22 metros cuadrados con cocina abierta, terrazas a dos lados (con vistas a la ciudad y a la calle) y con zona comunitaria abajo. El paso del rancho al piso no es siempre fácil. En un tercer piso hay una panadería.  
“Con las calles saneadas y ordenadas llegaron nuevos comercios: alguna farmacia, dos oficinas bancarias. Luego llegó la cultura”, apunta John Octavio señalando al Parque Biblioteca España, un tótem de tres cuerpos pétreos con la forma del funicular. La imagen de las rocas de Gian Carlo Mazzanti clavadas en el monte dio la vuelta al mundo. Y trajo turistas. Pero también una ludoteca en un barrio donde las mujeres llevaban generaciones sin saber lo que era tener un minuto para respirar.
La biblioteca no es un edificio ejemplar. En algunas zonas no ventila, no permite trabajar sin luz artificial. Pero estando allí uno es consciente de cómo la arquitectura icónica puede a veces plantar un reclamo capaz de sembrar orgullo e identidad entre los vecinos.
“Poner en una hoja de vida (currículum) que vivías en este barrio era el salvoconducto para no conseguir un empleo”. Habla Rosalba, la representante de la comunidad. Cuenta cuánto le costó convencer a sus vecinos.
¿Por qué creyó ella? No tenía nada que perder. Uno de los 30 muertos de una noche fue un hijo suyo. El asesino salió de la cárcel para construir la biblioteca España. Con el tiempo se convirtió en el líder de los reinsertados. Y llamó a la nueva puerta de la señora Rosalba para pedir perdón.

Juan bobo en Medellín vista de la quebrada 
Medellin10

 

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Respuestas a esta discusión

definitivamente como nos cambia la vida, pero solo si damos el si para que esto ocurra, no siempre todo es malo, todo se hace para mejorar la vida de las personas de eso trata la evolucion, la tecnologia, de que las personas cada ves vivan mejor de que no fichemos a la gente solo porque viven en un barrio pobre se trata de que nos concienticemos que todo puede mejorar si solo damos el si

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